viernes, 11 de octubre de 2013

Conociendo a María Josefa V: Continúan las pruebas



A los pocos días de vivir en aquella “casa”, ya parecía otra: la habían adecentado y humanizado. Cada mañana les llegaban del manicomio grandes cestas de ropas para lavar, zurcir, remendar, planchar. No le asustaba el trabajo a María Josefa. Sí, en cambio, el futuro, el horizonte de un futuro incierto que no acababa de esclarecerse, que tardaba más de lo razonable en quedar definido. Estaban acobardadas , y el calvario, físico y moral, que sufrían no era como para saltar de alegría. El padre Menni no sólo callaba, sino que había pensado meterlas en un convento, en Madrid, para acallar comidillas: quería tenerlas a su lado, pero, por otra parte, no se decidía a aclararles el destino de su vocación.
Hijas mías, les dice; es conveniente que os coloque en una comunidad de religiosas muy observantes. Se dedican a la instruccíón de la juventud, por lo que mañana os llevaré a Madrid, puesto que ya he hablado con la Superiora.
Camino ya de Madrid, les recomienda:
Sed buenas y obedientes para que os forméis en el espíritu religioso.
Con el mayor respeto María Josefa le responde:
Sí, Padre; procuraremos obedecerle, pero no piense que vamos a continuar allí. De ninguna manera será así. Nuestro Señor nos ha traído para otra cosa. Yo pienso que no nos separaremos del lado de Su Reverencia, para que plantee alguna cosa en la cual nostras tomemos parte.
Llegan a Madrid. La superiora les dice que tienen que contar con el permiso del serñor arzobispo de Toledo, el cardenal Juan Ignacio Moreno. Salen hacia la Vicaría eclesiástica que el cardenal de Toledo tenía en Madrid. 28 de junio de 1880. Por cuarta vez reciben una negativa a lo que creen ser sus caminos vocacionales. Se entera el obispo de que María Angustías es enferma crónica y pretende que María Josefa sí, pero Angustías no sea admitida. Con resuelta firmeza, María Josefa dice al prelado:
Si María Angustias no puede ser adminita, yo tampoco me quedo. El Señor nos ha unido para que juntas, nos consagremos a Él.
Tras tantas idas y venidas, y ante la decisión del cardenal –la realidad es muy tozuda, y los designios de Dios, más, y eso le escriben, en una carta urgente, al padre Menni, el día de San Pedro, 29 de junio- vuelven a Ciempozuelos. 

 Extractado de la obra “Luz en las sombras” de Miguel Angel Velasco

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