miércoles, 9 de octubre de 2013

Conociendo a María Josefa III: Llegada a Ciempozuelos


El padre Benito Menni pasea nervioso por el andén de la estación de Ciempozuelos. No se acaba de divisar el humo de la locomotora. El tren llega con mucho retraso.
Estando ya cerca de la estación de Ciempozuelos, no acertábamos a estar sentadas: deseábamos ver y saludar al Padre y ponernos a su disposición, y darle las gracias y pedirle persón por haber sido tan tenazmente tozudas.
El tren se para en Ciempozuelos. Con el padre Menni está Joaquina Seijas, la “señora entrada en años que saldría a esperarlas con él a la estación”. Se saludan los cuatro. Ascienden lentamente la empinada cuesta hacia el pueblo: a la derecha, el incipiente Hospital Psiquiátrico, donde un puñado de hermanos Hospitalarios ya trabaja al servicio de los más necesitados. El padre Menni sabe que con él van los cimientos de la rama femenina de la Orden, que tantas veces ha soñado. Vienen cansadas hasta la extenuación tras un viaje larguísimo, el exterior, y sobre todo, el de dentro de sus almas. Noche oscura del alma. Un horizonte cargado de problemas e interrogantes, una formidable presencia de Dios y confianza en su misericordia, un abandono total a su Providencia. Sólo Dios basta. Por todo bagaje, lo puesto, y un hatillo mísero. Son las siete de la tarde del 22 de junio de 1880. Rendidas de cansancio y de emociones, el padre Menni delante rezando el rosario, ellas dos y la señora Joaquina detrás… Al final de la cuesta, a la derecha, y a la entrada del pueblo, alzábase, frente a un huerto, una casa vieja y grande, en cuya fachada advertíanse señales de recientes reparaciones…”. El padre Menni se para y les dice:
Hemos llegado a la casa de nuestros Hermanos. Entremos a la capilla, si os place, saludemos y demos gracias a Nuestro Jesús Sacramentado.
Y entraron… y dieron gracias. 

Extractado de la obra “Luz en las sombras” de Miguel Angel Velasco

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