martes, 8 de octubre de 2013

Conociendo a María Josefa II: Salida de Granada


A mediados de junio de 1880, Benito Menni toma papel y pluma y escribe:
Hijas mías, si queréis, podéis venir (a Ciempozuelos). Lo he pensado todo… y creédmelo, vuestro deseo es la voluntad de Dios. Si a vosotras os parece bien, en Ciempozuelos podría proporcionaros una casita en la que podrías vivir recogidas, abstraídas de todo lo del mundo… Yo os daría trabajo para vuestro sustento. No os puedo dar otra cosa. Ya lo veis: soy tan sólo un pobre religioso hijo de obediencia… Viviréis en compañía de una buena señora que saldrá conmigo, a esperaros a la estación… Pero si os ponéis enfermas, tendréis que ir al hospital de Ciempozuelos, porque mi estado religioso no me permite otra cosa. No vayáis a imaginaros que vais a estar siempre a mi alrededor, ni que os voy a confesar cada ocho días. Lo más que os puedo ofrecer, si es que os admiten en algún pueblo cercano a Ciempozuelos, es ir una vez al mes. Os lo aviso para que echéis vuestras cuentas.
Muy pocas cartas habrán causado más felicidad que la que María Josefa y María Angustias sintieron al recibir ésta. Contestan a vuelta de correo:
Nosotras, Padre, aunque pobres y miserables, sólo queremos abandonarnos en sus manos, para que Dios haga de nosotras lo que quiera. Estamos decididas a sufrir lo que haga falta.
Con el alma en vilo y el corazón en un puño, las dos granadinas lo disponen todo para salir hacia Madrid. La noche del 20 al 21 de junio fue un duermevela, hasta las 2 de la madrugada, hora a la que habían quedado citadas. Salen de puntillas, sin hacer el menor ruido, sin luz, medio ahogadas por la emoción, y prácticamente a escondidas se encaminan, en silencio, apresuradas, por las calles silenciosas apenas alumbradas por farolas de gas, hasta la estación de ferrocarril. Y muy de mañana, suben al tren… 

Extractado de la obra “Luz en las sombras” de Miguel Angel Velasco

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