lunes, 7 de octubre de 2013

Conociendo a María Josefa I

Todo empezó… en Granada. 


-Padre: que queremos formar una nueva Congregación religiosa; que no se nos va de la cabeza: una Congregación de mujeres sencillas como nosotras y dispuestas a dejarlo todo por amor de Dios…
María Josefa y María Angustias asedian, desde hace varios meses, a aquel bendito sacerdote milanés, Benito Menni, empeñado en rehacer, al estilo de Juan de Dios, la Congregación que aquel “loco de Cristo” fundara siglos atrás en la propia Granada. Vuelven una y otra vez a él con esta cantinela repetida de mil formas y maneras, hasta la saciedad. El experimentado confesor necesita someterlas a prueba, y les habla con dureza:
- Mirad, hijas, no os canséis, y no le deis más vueltas al asunto; no vais a conseguir nada de mí…
- Pero, Padre; ahora las dos estamos completamente libres de ataduras humanas; Dios se llevó a nuestros seres queridos, y ya no hay lazos ni compromisos familiares que nos aten…
El padre Menni, erre que erre, sigue en sus trece, y ataca a fondo, al humanísimo orgullo y amor propio:
-Pero, hijas, ¿cómo queréis que os dé esperanza alguna? No se la he dado a otras jóvenes adornadas de excelentes cualidades y virtudes… Eran más jóvenes que vosotras, instruidas, con dote suficiente y … hasta más guapas, ¿cómo queréis que os lo diga?
- O sea, Padre, que encima hasta somos feas… ¿Ya no tiene nada más que decirnos?
- Es que me tenéis asediado; parecéis dos sanguijuelas pegajosas…
Pero ellas persistían, tenazmente, porque Dios les estaba apremiando con urgencia en el alma. 

Extractado de la obra “Luz en las sombras” de Miguel Angel Velasco

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